El martes 22 de octubre, la
conferencia prensa del presidente López Obrador abrió espacio a la responsable
del SAT (Margarita Ríos Farjat) para aclarar una supuesta condonación de impuestos
a narcotraficantes, divulgada el día anterior por un diario de la capital.
Durante el desarrollo de la presentación ante medios se lograba escuchar
detonaciones que ocurrían al exterior del Palacio Nacional. Extraño el ruido,
no tenía efecto visible entre los congregados en el Salón Tesorería.
Con la velocidad que imprimen las
redes a la información quedé enterado del origen del estruendo. En paralelo a
la conferencia se daba una protesta de alcaldes y legisladores del PAN, que por
la fuerza querían ser recibidos por el presidente para exigirle más presupuesto
federal. Estas autoridades saben que en la Secretaría de Gobernación tienen una
ventanilla para ser atendidos por el Ejecutivo. En materia de recursos
presupuestales la ventanilla está en la Cámara de Diputados. Fueron a provocar
y después se victimizaron porque a través de las rendijas de la puerta Mariana
se les dispensó una rociada de aerosol disuasivo.
Lo que bien puede quedar en una
simple nota de color/amarillo, revela lo que desde hace tiempo es del dominio
público, la máscara de “decentes místicos del voto” la tienen extraviada. Les
urge encontrarla no para usarla, sino para incinerarla y que nadie se acuerde
de ella. A los panistas el rostro de corruptos y procaces se les hizo
distintivo. Su protesta no es fortuita, ni ideológica. Sobre todo, desde el
sexenio de Vicente Fox tomaron la mala maña de extraer recursos públicos, no
incluidos originalmente en el presupuesto, para su beneficio. Las negociaciones
en el Legislativo y ante el titular de Hacienda como soporte del “moche”.
Coloquialismo que trivializa la degradación del pluralismo político, lo grave
es el sobreprecio de los políticos que se paga a través de la corrupción aprovechando el
impulso de las estructuras de la democracia política.
Es sabido que el pluralismo de
partidos por décadas fue limitado. A partir de la gran participación ciudadana
que se dio en las elecciones federales de 1988 quedó clara la revitalización
del pluralismo. Pasar de la posibilidad inscrita en la ley a la posibilidad
real de un mejor juego de partidos. Un primer ensayo que no dejaba de ser
limitado fue el bipartidismo inaugurado en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
La alianza con el PAN que se plasmó en agenda y se materializó en el acceso a
recursos. Como nunca, líderes y representantes del PAN comenzaron a cosechar en
mayor cantidad cargos públicos, al tiempo que crecían sus bienes materiales.
En 1997, el pluralismo afincado
en la codicia de los partidos participantes se complicó cuando el ascenso de la
izquierda dio pie al gobierno dividido. Esto es, el Ejecutivo ya no contó con
la mayoría suficiente en el Congreso para facilitar sus proyectos de ley. De
ahí que se redoblará la alianza entre el PRI y el PAN, decisiva para el
resultado de la alternancia en el Ejecutivo en el año 2000. Con Vicente Fox se
institucionalizaron los recursos opacos hacia legisladores,
presidentes municipales y gobernadores, formalizados con la autorización de
Hacienda.
Este sistema de extracción de
recursos públicos se perfeccionó en diciembre de 2012 al signarse el Pacto por
México. El PRD fue invitado a participar de la piñata. El sistema de partidos
en el que se entenderían las tres fuerzas políticas nacionales más votadas normalizó
la corrupción dentro de la “salud” democrática. Se hicieron las reformas que
México necesitaba, decían. Todo estaba resuelto con la alianza entre el PRI, el
PAN y el PRD, se calculó.
Para completar este consenso, que
impedía apreciar la magnitud del disenso social, no se regatearon recursos en
la articulación de un concierto de publicistas. Empresas periodísticas, empresarios
culturales, despachos de especialistas. Todos entonando las notas del México modernizado.
Pues este orden de arreglos cupulares era definitivo, se creía. Es el orden que
fue sacudido y echado prácticamente del poder el primero de julio del 2018. Se
emitió una mayoría de votos no solo para elegir presidente, también se le
otorgó amplio respaldo en la conformación del Legislativo, lo que a su vez
incidió hacia el Poder Judicial para formar una armonía de poderes
constitucionales distinta a la que imperó bajo la alianza de tres partidos
señalada.
Considerada esta diacronía se
visualiza la protesta de los alcaldes y legisladores panistas a las puertas del
Palacio Nacional, nos trae la nota de su desplante golpista: “Salgan que los vamos a matar a
balazos”.
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