Una propuesta surgida en el
Senado y presentada ante su pleno el jueves 8 de noviembre, referida a la
reducción y eliminación de comisiones que los bancos cobran a los usuarios de
sus servicios. Es un hecho y obligación que el trabajo de los cuerpos
legislativos es presentar proyectos de ley. Para eso se les eligió
representantes populares. Sin mediar un análisis paciente, la propuesta ha sido
colocada en la pira mediática.
Acaso no es parte de la democracia
el que uno de sus poderes constitucionales abra este tipo de iniciativas y
cualquier otra de fundado interés público. Aquí no hay decretazo presidencial
del que tanto nos quejamos en el pasado, estando varias veces al frente de los
quejosos los empresarios ¿Quieren una consulta a usuarios, una encuesta? Qué
les apetece.
Al bote pronto se habló de “amenaza”
a los mercados. Ante la insinuación, los mercados “castigaron” el atrevimiento.
Cayó la BMV y se depreció el peso. Acaso salimos de la dominación del ogro
filantrópico para someternos al ogro consentido, que se tira al suelo y patalea
cuando papá gobierno no le cumple sus caprichos.
La propuesta pone “en riesgo la
institucionalidad del país”. Se “está vulnerando la autonomía de las instituciones
fuertes como el Banco de México.” “si los legisladores creen que desde el poder
legislativo pueden vulnerar las instituciones de esta forma, tenemos un peligro
y un foco rojo para México.” Así advirtió
Juan Pablo Castañón, presidente del CCE (El
Financiero 12-11-2018) Una dramatización fuera de proporción, así hay que
apreciarlo. Al final de este debate se hará el ajuste de las comisiones
bancarias, la sensatez primará sobre la sandez del declarante. Eso espero.
Cuando el estado de la cosa
pública estaba dictado por los gobiernos posrevolucionarios cualquier
sugerencia de modificación institucional era satanizada desde el poder. La
política -era el supuesto de entonces- giraba alrededor del presidente de la
república y su satelital partido. Desde la década de los ochenta se modificó el
statu quo, quedó totalmente reformado
y con Enrique Peña Nieto se culminaron las reformas para fortalecer un nuevo
orden. La política -el supuesto de hoy- gira alrededor de los mercados y de los
inversionistas. Es una reducción que llevada al extremo resulta falaz y
peligrosa. Quiero ver qué harían los mercados y los inversionistas ante la
ausencia total de los poderes constitucionales, de los partidos, del sistema
electoral. Descalificar al legislativo de esa manera, como lo hace la voz
cantante de Comité Central Empresarial,
es convocar al incendio del Reichstag.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario