lunes, 30 de julio de 2018

El desafío moral

“Sé muy bien que la Libertad y la Justicia no significan la felicidad de la plenitud moral. Y sería un engaño prometer esta última como un corolario, como un resultado mecánico del cambio de estructuras.”
Pier Paolo Pasolini

Anuncios de proyectos, de estrategias y de futuros encargados que acompañarán a López Obrador en la realización de la cuarta transformación.  La actividad del que ha sido el candidato a la presidencia más votado en la historia de México, siempre a la espera de ser declarado presidente electo por el tribunal electoral. Todavía no es gobernante en funciones, ya se acumularán actos y omisiones que sustenten el juicio sobre su gobierno.

Dar forma a las propuestas es en sí mismo un reto, más cuando se adentra en un terreno subjetivo como el de la moral. Se pueden establecer objetivos generales como alcanzar la buena vida (Skidelsky) para los integrantes de la sociedad. Se pueden plantear principios imperativos como el de no hacer daño (Amos Oz) Lo cierto es que no se puede ignorar el mundo moderno del cual procedemos, modelado por la ciencia y la técnica, para las cuales la moral no ha sido relevante (Mumford)


Diario se puede constatar, sin absolutizar, la poca disposición para promover la felicidad ajena. Para eso se empeña la envidia respecto a los logros del otro. El sadismo decidido a producir sufrimiento en el semejante. La epicaricacia o alegría por la desgracia de los demás. El rechazo a los pobre o aporofobia. Son formas de negar la felicidad ajena.

Con esta divagación, ni como llegar a prefigurar lo que es la constitución moral. Lo claro es lo que no puede ser crearse en términos de administración pública. Esto es difícil de concebir como burocracia, presupuesto de egresos, ni de entes públicos así sean a la moda de los entes autónomos.

Hay que ir con tiento, si acaso se podrá a aspirar a realizar un gobierno decente por seis años. Pues se ha visto que, por más contralorías, códigos de ética y protocolos que se han prodigado en los últimos años, la conducción ética de los responsables de los asuntos públicos ha dejado mucho que desear de acuerdo al nivel del alta expectativa que generan.

Si bien no hay dependencia a la cual encargar la salvaguarda de los valores estimados por don Alfonso Reyes, mucho se tendrá que hacer desde el aparato gubernamental existente. Empezando desde la educación pública para instruir el civismo. Que los servicios de salud cuenten con más recursos para mejorar en calidad y calidez. Desde las ciudades medias y grandes impulsar la disminuida educación vial. La convivencia vecinal obligadamente ligada a la política de desarrollo urbano. Fortalecer la escuálida educación ambiental del sector medio ambiente. Así se tendrá que ir recorriendo otros ámbitos como el laboral, el comercial, igualmente abandonados de contenidos morales, dejados de la mano de la razón técnica.


Bienvenido el aprendizaje que provenga de la filosofía, de lo mejor de las religiones y lo que pueden aportar, si se quieren adoptar, algunos valores de los pueblos originarios.

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