"Qué sería de la nación si los más
considerados se unieran a los que adulan a los pobres y les enseñaran que los
frutos de la tierra deben repartirse por igual entre todos…"
José María Eça de Queirós
Antes de que asuma Donald Trump
la presidencia de los Estados Unidos, en México las consecuencias políticas del
aumento de precios a las gasolinas han estrechado los márgenes de entendimiento
o acuerdo. En el torbellino de la mediatización los procesos de información
inconclusa nos dejan en ascuas. Todavía seguimos esperando de parte de la
autoridad el informe sobre los saqueos ocurridos la primera semana de este mes
de enero en varios establecimientos comerciales: quiénes, dónde, cuantía del
daño y sus orquestadores reales. Y no nos vengan a decir ¡Fueron las redes
sociales!
Peor aún, se esparce información
-filtrada- y después pasa por el desagüe de columnas políticas que le restan
calidad informativa a la especie. Es el caso de la conversación telefónica
entre Alfredo Del Mazo González y David López Gutiérrez, prominentes políticos del grupo
en el poder, que recogió de las redes el portal de Reforma.com*. En dicha conversación expresan su desconcierto ante
las decisiones de su jefe: el presidente de México. Igual, la información queda
inconclusa. Los susodichos no dan muestras de abordar públicamente el tema.
Volvamos al asunto de inicio, a
enlistar las consecuencias políticas que ha traído el “gasolinazo”:
1) Una extendida protesta social
que no quedó opacada por la provocación de los saqueos. Hasta el momento, la
protesta no encontró la organización y el liderazgo que la oriente, con el
riesgo de quedar como manifestación de rabia encapsulada en su propia localidad
o región.
2) El hecho es que la oposición
partidista que acompañó en sus primeros años a la actual administración ha
tomado la decisión de deslindarse del gobierno, eludir la corresponsabilidad y ponerse
la máscara de aguerrida oposición. Al tiempo, en el PRI surgieron voces que pidieron
la remoción de su dirigente, Enrique Ochoa Reza.
3) Mientras tanto, Peña Nieto
recurrió a sus reflejos corporativos antes que acercarse a la ciudadanía. Su
talante pragmático por sobre su liberalismo fingido. El Presidente se
atrincheró en las organizaciones de trabajadores, campesinos y empresarios que
siempre han sido afectos al gobierno en turno. Se apapacha con las
declaraciones de lealtad de las fuerzas armadas y hasta recibió ayuda de la
iglesia católica a través de Norberto Rivera. Puro factor real de poder.
Ésa es la
coyuntura que nos trajo el “gasolinazo”.
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