“De mis frágiles hipótesis, no
mantengo ninguna.”
Roger Caillois
Pese a todo, el encuentro con la
verdad no se ha hecho indeseable. Es más, dar con la verdad es opción para
reconstituirnos como Estado y sociedad, creíbles y respetados. Pensar que la
noche de Iguala del 26 de septiembre de 2014 sigue abierta al tiempo es una
tortura colectiva, como de una noche sin fin.
Hemos ido del estupor inicial a
una indignación que se apaga o simplemente está adormecida. Lo que desde la más
alta autoridad del país se vio como un asunto local se transformó en un asunto federal, por la implicación del crimen organizado en los hechos de horror. Se
elaboró y sigue en construcción, un expediente para dar con el paradero de 43
estudiantes normalistas desaparecidos ésa noche. La PGR se hizo cargo y ofreció
la verdad histórica –que antes de hacerse pública fue puesta a consideración
del presidente Peña Nieto y el gabinete de seguridad, quiero suponer-
concentrada en el basurero de Cocula, Guerrero, y la sugerida incineración de
los “43” en ése lugar. Se contrató a un equipo de antropología forense
argentino para recuperar los restos, la búsqueda se extendió al río San Juan.
Los hallazgos fueron trasladados a la Universidad de Innsbruck, en Austria,
para efectos de su identificación genética. Sólo un estudiante fue
identificado.
En seguida, se solicitó la
colaboración de la CIDH a través del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes.
Su trabajo sacudió la verdad histórica: no hubo incendio en el basurero de Cocula,
no de la magnitud para pulverizar 43 cuerpos. Se formó un segundo grupo de
expertos, el cual concluyó recién el mes pasado, que si hubo incendio en
Cocula, al menos para hacer cenizas a 17 cuerpos. De nuevo, la Universidad de
Innsbruck recién presentó resultados sin poder confirmar la identidad de los
hallazgos.
En el ínterin, los expedientes
sobre el caso hechos públicos han facilitado la intervención periodística de
esos materiales. Lo revelado por distintos periodistas vuelve a sacudir la
verdad histórica, por si hacía falta. Los expedientes expurgados exhiben un
cúmulo de contradicciones no contemplados en el informe de conclusiones de la
PGR. Para completar, el reciente informe de la CNDH sobre Ayotzinapa sugiere
enfocar la investigación en la actuación de la policía de Huitzuco, Guerrero,
al menos para dar con 15 de los desaparecidos.
Durante este año de 2016,
diversas especies periodísticas han derivado en algo parecido a una guerra
sucia informativa, que superan mi capacidad de análisis. Punto y aparte, de
destacar son los señalamientos sobre la situación de los derechos humanos en
México por parte de los Estados Unidos en un principio, después Alemania, Dinamarca
y los mismos Estados Unidos la semana pasada.
Ya es tiempo de que se haga de
día en Iguala. El presidente Peña Nieto tiene la palabra.
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