“en este tiempo nuestro, fragoroso y de tanto papel, repleto de abierta
propaganda y de sugerencias ocultas, de retórica maquinal, de componendas, de
escándalos y de cansancio”
Primo Levi
“cualquier noticia que nos llega, de masacres, de torturas… de
sufrimientos gratuitamente impuestos a personas inocentes, de injusticias
conscientes, cada una de esas noticias nos atañe, choca con nuestra
sensibilidad”
Primo Levi
“Muchos sistemas sociales se proponen refrenar ese impulso hacia la
inequidad y el atropello; otros, en cambio, lo alaban, lo legalizan y lo
señalan como extremo objetivo político”
Primo Levi
Son palabras de quien padeció el cautiverio en un campo de
concentración en la Alemania Nazi, palabras escritas en el claroscuro de la
Guerra Fría, palabras referidas a otras épocas y de cruel resonancia en el
presente, dignas de reproducirlas. Motivos hay.
El viernes 22 de enero, La
Jornada, allegándose de fuentes oficiales consignó: “Hay desapariciones de
personas en la mayor parte del país”, al ritmo climático de la violencia
desatada desde 2007 por las bandas delictivas, surgidas éstas de la
fragmentación o ramificación de los cárteles. 26, 670 personas registradas como
no localizadas según la contabilidad del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En otra nota de ese día y del mismo diario, se menciona el incremento
de homicidios dolosos durante 2015, 8.6 por ciento respecto al año anterior. 17
mil 13 asesinatos.
El México de miles de familias afectadas por la violencia, sin forma de
vincularlo con el México de la democracia electoral cada vez mejor, según la
autoridad electoral, donde la ley y los tiempos se armonizan para alcanzar
elecciones preciosas; violencia que tampoco encuentra enlace con la salud
económica del país pregonada por las autoridades hacendarias, colocando a
México en las mejores condiciones para enfrentar el vendaval especulativo. Ante
la violenta realidad, los funcionarios de la democracia y la economía adoptan
una actitud de indiferencia. No es mi tema, ni asunto, fuera de responsabilidad.
Entonces miran para otro lado. ¿En verdad están totalmente desvinculados? Cómo
conviven la perfección democrática, la salud económica con la maldad delictiva.
Acaso la democracia electoral es de alcance tan limitado, incapaz de
facturar mejores gobiernos. Los gobernadores y munícipes, una vez electos y en
cargo, combaten a la delincuencia o pactan con el crimen o de plano se someten.
Dirán que no están para perseguir delitos del fuero federal, pero eso no releva
a gobernadores y presidentes municipales del acopio de pruebas y presentación
de demandas ante la autoridad judicial competente. Cuántas denuncias han
presentado, cuántas han prosperado. No son pocos los alcaldes asesinados, un
candidato a gobernador en Tamaulipas, un gobernador en Colima, un hijo de
gobernador en Coahuila, todos asesinados. Entonces por qué no hacen un
verdadero frente común para garantizar la seguridad de la población.
La economía está realmente libre del dinero sucio. Se difunden los
casos de éxito en los que hacienda logra detener y confiscar los flujos del
dinero negro o no hay tales casos, sólo investigaciones que no llegan a nada,
salvo que se trate de enemigos personales del gobierno en turno. Pero la
economía es más que política económica y leyes fiscales, hablar de economía es
mencionar al régimen que mejor la define: capitalismo. No precisamente del
mitologema que enseña un discurrir armonioso, al vaivén de la oferta y la
demanda. Se trata de un régimen que en el origen de su formación se sirvió del
delito y la violencia, lo sigue haciendo desde los entresijos del Estado de
Derecho: el fraude, la especulación. En el ámbito internacional la imposición
del derecho de una nación sobre otra (se acuerdan del embargo atunero o el que
se practicó al aguacate mexicano) o la guerra si es preciso, acciones ajenas a
la ley del libre mercado. De manera elegante o retorcida, como se quiera ver,
el crimen organizado representa el inconsciente colectivo de la acumulación
originaria.
Uff, parece que me he desviado del tema de inicio, no es así. La
violencia impune que lastima a familias sigue ahí. Es ineludible que la
política y la economía confluyan para contener la violencia, antes de que se
vea con buenos ojos las medidas de excepción y se normalice el fascismo. Nos
acercamos a extremos que es mejor evitar, como la resignación del padre que frente
al cadáver de su hijo asesinado prefirió no levantar acta ante el ministerio
público.
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