Eso de los cambios en el gabinete
del presidente en turno siempre deriva en especulación sucesoria. Saber quién
es el bueno. Como si anticipar una decisión tuviera como resultado preparar al
mejor para gobernar. Se olvida que eso no ha sido así, además en las últimas
tres sucesiones han llegado dos exgobernadores y un desempleado a la
presidencia de la república. Consecuencia del juego electoral más abierto ha
sido abrir el abanico de posibilidades, pero en columnas y artículos se habla
de ajedrez, de baraja y hasta de dominó. Se trata, afirman, de una jugada
política. En la penumbra quedan los alcances de una decisión que también es
administrativa, la cual carece de medida clara pues la gestión pública queda
opacada ante la variedad de cábalas sucesorias esgrimidas en la prensa,
haciendo tabla rasa del “avance” democrático, ensayando una nostalgia de
aquellos tiempos del dedazo.
El mensaje presidencial del 27 de
agosto recién incluyó: “Es hora…de dar una renovado impulso a la gestión
pública para acelerar las acciones en favor de las familias mexicanas”. Pero no
dice cómo los que hicieron enroque o fueron ascendidos dentro del gabinete, a
fin de cuentas los mismo que ya estaban al servicio de la actual administración
(Con excepción del gobernador con licencia de Querétaro) van hacer funcionar
mejor la función pública. De eso se trata no, como propósito de mitad de
sexenio.
Es sabido que la ley mandata a
las dependencias federales a coordinarse. Salvo el Plan DNIII coordinado por la
defensa nacional, en los hechos la coordinación es escaza, su falta no es
punible, su realización de baja calidad. Pero ahora se tiene la oportunidad de
hacer un milagro de coordinación en tres dependencias que estrenan responsable
de despacho y están unidas por su relación con la tierra: por las formas de tenencia,
por la producción agropecuaria y por el propósito de sustentabilidad. Sedatu,
Sagarpa y Semarnat. Su unidad en lo territorial ha quedado desvirtuada por los
enfoques sectoriales y la agenda política de los funcionarios responsables ¿Se
podrá romper la inercia? Por ejemplo, se podría generar una estructura
programática más sólida para, con efectividad, coronar los esfuerzos
gubernamentales en reducir el hambre de millones en condición de pobreza
alimentaria. Tarea encomendada a Sedesol, hasta ahora sin el acompañamiento
puntual de otras dependencias. Si la duplicación de acciones gubernamentales se
da bajo distintos programas sucede porque hay una evidente descoordinación.
También hay factores que
obstaculizan el trabajo de las dependencias en el campo, uno de ellos el crimen
organizado. Luego entonces, el nuevo comisionado nacional en materia de
seguridad tienen incidencia al procurar seguridad en las actividades
agropecuarias y rurales ¿Cuántos servidores públicos han sido asaltados,
extorsionados o impedidos de realizar su trabajo?
Lo que la gente quiere de todo
gobierno es que funcione y haga cada vez mejor su trabajo. Ya es tiempo que el
gobierno, autoproclamado transformador, muestre capacidad para generar
coordinación entre las dependencias que componen su administración, antes que
descomponerlas por la carrera presidencial.
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