El 15 de noviembre de 2013, la
Gaceta del Senado publicó el dictamen de comisiones unidas relativo al proyecto
de decreto, de reforma y adición, a diversas disposiciones constitucionales en
materia de transparencia.
La transparencia no es un don
natural, se trata de un don adquirido culturalmente. Para hacer tanto jaloneo
legislativo bien se nota que la segunda afirmación no la cumplimos, como si la
transparencia fuera un certificado de imbecilidad. En cambio, la opacidad, como
el mentir, son signo de inteligencia.
Para el caso de las
responsabilidades públicas, asumidas ya en los actos de autoridad, ya en el
manejo de recursos públicos, la transparencia gubernamental es una construcción
institucional tendiente a garantizar la honestidad de los sujetos o entes
públicos, obligándolos a conducirse sin desviación de lo que dicta la norma. Es
así, obligación imperativa, porque en la realidad la transparencia no se
adquiere en la botica. Las personas que representan y están en las
instituciones gubernamentales son atraídas hacia la impunidad y la corrupción
en calidad de sujetos con apetitos privados (bienes, dinero, etcétera) Por eso
se requiere apretar las tuercas de la transparencia gubernamental.
El caso es hasta qué punto ésta
reforma dotará al país de un nivel superior de transparencia y signifique una
transformación real.
La reforma que se alcance a poner
en vigor, de darse su aprobación y posterior publicación en el Diario Oficial
de la Federación, enfrentará estructuras de linaje (dirá el antropólogo)
constructos sociales (hablará el sicólogo) estructuras mentales (terciará el
sociólogo) –profesionales que en la actualidad se encuentran bastante marginados
pues los ejercicios actuariales, demoscópicos y de mercadotecnia han remplazado
la investigación de largo aliento que da forma al conocimiento de lo social-
moldes culturales en las que subyace la disposición a evadir la
transparencia y consumar la corrupción.
A ése molino de la cultura se
lleva el grano de la reforma donde será triturado hasta convertirlo en harina.
Con ella el gobierno elaborará el alimento que materialice la transparencia,
para que con los recursos legales reformados, y sin autoritarismo, la
transparencia normada haga evidente la rendición de cuentas.
No olvidar. Tener presente que ha
sido la desconfianza hacia el gobierno y los gobernantes la causa que ha dado
lugar al archipiélago de entidades autónomas como la CNDH, el IFAI y el IFE.
Entidades que con su sola existencia todos los días nos recuerdan la falta de fe
ciudadana en las autoridades.
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