Por la mañana, rumbo al trabajo sobre el periférico sur, a eso de las siete horas, al sintonizar en el radio el noticiero de Carmen Aristegui, la periodista estaba enfrascada en una entrevista con el novel nutriólogo Alonso Lujambio. El entrevistado ofrecía información puntual sobre la ingesta de alimentos que producen obesidad y las dietas balanceadas. Como para quedarse con el ojo cuadro y luego descuadrarse con dos afirmaciones contundentes. El nutriólogo negó haber leído lo que La Jornada había puesto como nota principal de su contraportada (edición de hoy jueves) enseguida manifestó su no aprobación del “concepto” comida chatarra, concepto que le parece no apropiado.
De llamar la atención la tozudez del nutriólogo que no es cualquier personaje. Antes de descubrírsele esta habilidad profesional, Lujambio es reconocido como un destacado normativista de la democracia pura que no se contamina ni de lo social –entiéndase las condiciones de precariedad existencial de millones de ciudadanos que están tan mal que no se reconocen como ciudadanos con derechos plenos- ni de lo económico – esto es, de los ricos. A su paso por el Instituto Federal Electoral fue extralegalmente riguroso para revisar el caso Pemexgate y totalmente complaciente para dejar pasar las irregularidades de los amigos de Fox.
Y en esa ambivalencia se mantiene el nutriólogo Lujambio bajo otro tema, hay que combatir la obesidad infantil pero sin afectar a la industria alimentaria que la produce. Sí, pero no. Clásico.
No quise “prejuiciar”, ni por lo que se vertía en la entrevista, ni por lo que decían los periódicos en general. Preferí dirigirme al sitio de internet de la secretaría de educación pública donde se expone un boletín superficial, anodino, que habla sobre los lineamientos que se han de seguir en el expendio de alimentos y bebidas dentro de las escuelas de educación básica. A poco con tales lineamientos serán capaces de revertir la tendencia al alza de la obesidad infantil. Si por lineamientos fuera, este país sería otro. El boletín concluye así:
“Al respecto, el titular de Salud aclaró que se prevé que dichos lineamientos entren en vigor para el ciclo escolar 2010-2011, después de haber pasado el proceso de análisis y aprobación por parte de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (COFEMER) y de ser publicados en el Diario Oficial de la Federación. Su implementación será gradual para dar tiempo a la industria de alimentos de desarrollar innovaciones tecnológicas que les permita cumplir los requerimientos.
“Finalmente, el Secretario de Educación Pública enfatizó que su ejecución requerirá de un proceso de socialización en el que participen los directores de escuelas, maestros y padres de familia, mediante la formación de un comité de vigilancia para su cumplimiento” http://www.sep.gob.mx/wb/sep1/C0760510
O sea que el nutriólogo y secretario de educación sólo le da la vuelta al tema al reducirlo a lo meramente disciplinario. No informa sobre las condiciones que han llevado al incremento de la obesidad entre la población. No dice cuánto se invierte en comida sana y cuánto en comida de engorda puerco. No se dice cuánta publicidad se orienta a los buenos hábitos alimentarios y cuánta publicidad se dedica a enaltecer la gordura (Por cierto, la gordura no debe ser motivo de discriminación o segregación, si los gorditos son felices con su condición, dejadlos libar y jambar) Todavía peor, no analiza sobre un tema subyacente pero no menor, cuál debe ser el ingreso de las familias para acceder a una comida sana. Si se toman en cuenta estas variables, entonces las recomendaciones obligatorias no serán un desperdicio.
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