Las noticias de la guerra contra el narcotráfico se siguen alimentando sin que por ello se ofrezca certidumbre sobre lo que realmente pasa, como si todo ocurriera en un país remoto del cual no interesa verificar la información. La periodista Carmen Aristegui sigue en el comentario, por ahora no da noticias a sus radioescuchas, ella es la noticia. Sigue el debate sobre la libertad de expresión, confirmando la vigencia de ese derecho. En medio de todo la vida sigue, confundiendo lo llamativo de los sucesos con el fondo de los sucesos. Para cuando se abra el periodo ordinario de sesiones del Congreso, en febrero, el Ejecutivo habrá tenido el tiempo para demostrar su capacidad para conducir su administración.
Aparte del combate a la delincuencia organizada, Felipe Calderón tiene dos prioridades, dos temas que le urgen: las reformas energética y laboral. Con ellas, el Presidente piensa alcanzar la heroicidad que le regatean los empresarios y sus intelectuales. Hacer el México ganador. Es el momento, consigna Macario Schettino con ansiedad apocalíptica. No te hagas populista le reclaman por allá a Calderón, quien en cada oreja tiene un diablillo que le sugiere exactamente lo contrario, situándolo en la canija duda del ser: ¿Entreguista o populista? Es un falso dilema ante la carencia de interlocución efectiva con algunos actores.
Van dos casos.
Uno es el del Sindicato Minero Metalúrgico de la República Mexicana, con el que la administración de su antecesor abrió un conflicto y es hora que no se llega a un entendimiento entre el empresario Germán Larrea y el líder Napoleón Gómez Urrutia. El motivo original son 55 millones de dólares. La conciliación del gobierno y el arbitraje del Estado han sido nulos. La fuerza pública es el recurso al que se ha recurrido, ahora en la mina de cobre de Cananea en el estado de Sonora, como ocurrió el viernes pasado. La autoridad ha comprado los caprichos de Grupo México, así le dicen al consorcio minero del sr. Larrea, para enfrentar al líder sindical. A la millonada en disputa le han nacido conflictos laborales que ya han costado vidas. La mala para el empresario y los obsecuentes gobiernos (estatal y federal) es que el sindicato ha contado con la asesoría jurídica que le ha permito resistir la serie de embates, incluidas costosas campañas desprestigio por televisión queriendo ganar en los medios lo que está en el terreno del litigio judicial. En la irresolución, el secretario del Trabajo Javier Lozano se aparece para ser parte del conflicto a favor de la empresa, seguramente atendiendo otros encargos de su jefe. Y así se quieren conseguir los consensos de la reforma laboral. Con esas maneras lo que están haciendo es alertar al movimiento obrero y crear un conflicto social de mayores dimensiones.
El otros caso es la demanda de las organizaciones campesinas que exigen medidas para contrarrestar la apertura total del campo dentro del TLC. La petición deriva en planteamientos que exigen derribar el capítulo agropecuario del Tratado. Se dan una serie de descalificaciones entre las organizaciones del campo y el secretario de Agricultura, Alberto Jiménez Cárdenas. Si el encargado de despacho no puede atender la relación con los trabajadores del campo entonces qué hace de encargado, acaso en calidad de conserje pero no de funcionario público de primer nivel. El Ejecutivo tiene una serie de aparatos, no sólo la Sagarpa, también está la SRA, la Sedesol, la Semarnat, incluso Educación Pública y Salud, en su conjunto se cuenta con un presupuesto que le aprobó el Congreso. Con todo eso Calderón tiene los instrumentos para conducir las políticas públicas hacia el campo. Pero prevalece una convicción presidencial: nada que insinúe regreso al pasado populista. Será por eso que no asistió a la conmemoración del la Ley Agraria del 6 de enero en el Puerto de Veracruz, foro que muy bien pudo aprovechar, a lo mejor no lo invitaron o ha sido convencido de la inutilidad de la mitología de la Revolución. ¿Existe algún país o pueblo sin mitos? El seis de enero pasó una oportunidad ante la cual el Presidente pudo comprometer a las organizaciones en la consecución de las metas asociadas al presupuesto. Si no lo hizo porque considera corruptos a los dirigentes campesinos, como así los considera su secretario Cárdenas Jiménez, pues que los denuncie si tiene los elementos, pero que esté seguro, los líderes gremiales en ningún país están a modo del gobernante, eso cuesta negociación o se la quiere evitar con represión. No se ha salido del conflicto minero, no es conveniente abrir otro frente. Por lo pronto, la Confederación Nacional Campesina se solidariza con el Sindicato Mexicano de Electricista que se opone a la reforma energética.
Antes de promover más reformas, lo mejor para el presidente Calderón es hacerlo con un mejor equipo, pues el que tiene actualmente lo está hundiendo. Y si hace cambios en el gabinete estos deben tener el propósito de mejorar la gestión. Ya se dieron cambios en la Función Pública, ahora, tras la renuncia de la titular de Sedesol, hoy se anuncia el relevo. El sentido de los dos cambios ha sido fortalecer la directiva del partido en el gobierno, pero no se sabe en qué medida los cambios favorecen el servicio público.
Aparte del combate a la delincuencia organizada, Felipe Calderón tiene dos prioridades, dos temas que le urgen: las reformas energética y laboral. Con ellas, el Presidente piensa alcanzar la heroicidad que le regatean los empresarios y sus intelectuales. Hacer el México ganador. Es el momento, consigna Macario Schettino con ansiedad apocalíptica. No te hagas populista le reclaman por allá a Calderón, quien en cada oreja tiene un diablillo que le sugiere exactamente lo contrario, situándolo en la canija duda del ser: ¿Entreguista o populista? Es un falso dilema ante la carencia de interlocución efectiva con algunos actores.
Van dos casos.
Uno es el del Sindicato Minero Metalúrgico de la República Mexicana, con el que la administración de su antecesor abrió un conflicto y es hora que no se llega a un entendimiento entre el empresario Germán Larrea y el líder Napoleón Gómez Urrutia. El motivo original son 55 millones de dólares. La conciliación del gobierno y el arbitraje del Estado han sido nulos. La fuerza pública es el recurso al que se ha recurrido, ahora en la mina de cobre de Cananea en el estado de Sonora, como ocurrió el viernes pasado. La autoridad ha comprado los caprichos de Grupo México, así le dicen al consorcio minero del sr. Larrea, para enfrentar al líder sindical. A la millonada en disputa le han nacido conflictos laborales que ya han costado vidas. La mala para el empresario y los obsecuentes gobiernos (estatal y federal) es que el sindicato ha contado con la asesoría jurídica que le ha permito resistir la serie de embates, incluidas costosas campañas desprestigio por televisión queriendo ganar en los medios lo que está en el terreno del litigio judicial. En la irresolución, el secretario del Trabajo Javier Lozano se aparece para ser parte del conflicto a favor de la empresa, seguramente atendiendo otros encargos de su jefe. Y así se quieren conseguir los consensos de la reforma laboral. Con esas maneras lo que están haciendo es alertar al movimiento obrero y crear un conflicto social de mayores dimensiones.
El otros caso es la demanda de las organizaciones campesinas que exigen medidas para contrarrestar la apertura total del campo dentro del TLC. La petición deriva en planteamientos que exigen derribar el capítulo agropecuario del Tratado. Se dan una serie de descalificaciones entre las organizaciones del campo y el secretario de Agricultura, Alberto Jiménez Cárdenas. Si el encargado de despacho no puede atender la relación con los trabajadores del campo entonces qué hace de encargado, acaso en calidad de conserje pero no de funcionario público de primer nivel. El Ejecutivo tiene una serie de aparatos, no sólo la Sagarpa, también está la SRA, la Sedesol, la Semarnat, incluso Educación Pública y Salud, en su conjunto se cuenta con un presupuesto que le aprobó el Congreso. Con todo eso Calderón tiene los instrumentos para conducir las políticas públicas hacia el campo. Pero prevalece una convicción presidencial: nada que insinúe regreso al pasado populista. Será por eso que no asistió a la conmemoración del la Ley Agraria del 6 de enero en el Puerto de Veracruz, foro que muy bien pudo aprovechar, a lo mejor no lo invitaron o ha sido convencido de la inutilidad de la mitología de la Revolución. ¿Existe algún país o pueblo sin mitos? El seis de enero pasó una oportunidad ante la cual el Presidente pudo comprometer a las organizaciones en la consecución de las metas asociadas al presupuesto. Si no lo hizo porque considera corruptos a los dirigentes campesinos, como así los considera su secretario Cárdenas Jiménez, pues que los denuncie si tiene los elementos, pero que esté seguro, los líderes gremiales en ningún país están a modo del gobernante, eso cuesta negociación o se la quiere evitar con represión. No se ha salido del conflicto minero, no es conveniente abrir otro frente. Por lo pronto, la Confederación Nacional Campesina se solidariza con el Sindicato Mexicano de Electricista que se opone a la reforma energética.
Antes de promover más reformas, lo mejor para el presidente Calderón es hacerlo con un mejor equipo, pues el que tiene actualmente lo está hundiendo. Y si hace cambios en el gabinete estos deben tener el propósito de mejorar la gestión. Ya se dieron cambios en la Función Pública, ahora, tras la renuncia de la titular de Sedesol, hoy se anuncia el relevo. El sentido de los dos cambios ha sido fortalecer la directiva del partido en el gobierno, pero no se sabe en qué medida los cambios favorecen el servicio público.
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