martes, 13 de noviembre de 2007

Los apuros de la legitimidad

En una reunión, consignada en la mampara detrás de austero presidium o mesa de vocería, se enunciaba: reunión de evaluación. Ahí estaban Felipe Calderón, Andrés Granier y Francisco Ramírez Acuña. Se supone que de eso se trataba, de evaluar la magnitud del desastre hidráulico de Tabasco y las acciones en marcha para salir de la lamentable situación que viven los tabasqueños. De esa reunión del 9 de noviembre ya no florecieron diferencias entre los presentes. No, ya no se enfrascaron en definir la causa de la catástrofe. Mediáticamente se concentró en un instantáneo día del Presidente, su voz exclusiva que se impone sobre las demás voces sin atisbo de réplica. Felipe Calderón condenó a quienes hacen del desastre ambiental materia para el oportunismo político. No dio nombres y no se sabe si en rigor crítico se incluyó entre los oportunistas. La verdad es que a todas horas, por radio y televisión, sale publicidad gubernamental encomiando la decisión del Ejecutivo. Acaso no es eso oportunismo. Acaso no es obligación del gobernante velar por el bienestar de sus gobernados. Para qué entonces tanta publicidad. No es acaso el oportunismo una cualidad de los políticos. El asunto es que de la información proporcionada por las autoridades de la evaluación no quedó nada, pues la condena a los adversarios políticos fue la nota informativa a resaltar. Y luego se extrañan de que el país esté dividido.

Durante este primer año de gestión, próximo a cumplirse, la legitimidad ha adquirido centralidad en el actual gobierno. Lo cual es normal y no amerita asombro alguno, sólo a un irresponsable como Vicente Fox se le ocurrió que podía prescindir de la legitimidad del ejercicio. Nadie puede negar la importancia que le ha merecido al actual Presidente el combate al crimen organizado, pero hasta ahora no ha informado con precisión el estado en el que recibió la administración que se encarga de abatir a la delincuencia organizada. Por los golpes que se han dado en el decomiso de cocaína, el último que se dio en el Puerto de Manzanillo el mes pasado y se aseguraron alrededor de 24 toneladas del estupefaciente, van demostrando que el imperio del narcotráfico ha crecido de la omisión del aparato gubernamental encargado de vigilar el tráfico de mercancías. O sea que con sólo incidir en el cumplimiento correcto del aparato gubernamental se podría tener a raya a la delincuencia organizada de manera discreta y sin hacer estruendosas declaraciones de guerra. Es de esperarse que se continúe acotando el territorio del narcotráfico, lo que no es de implicación exclusivamente policíaca, sino de consecución de la prosperidad económica. Ahí está la posibilidad de reducir al crimen organizado, desgraciadamente el narcotráfico se ha insertado en la economía y la sociedad. De acuerdo con la revista Proceso, los cárteles de la droga pactan entre ellos y no ha de ser para dar por concluido su negocio ¿O sí?

Parte de los afanes de legitimación se concentraron en los comicios michoacanos que se verificaron el domingo pasado, entre otras cosas para cambiar de gobernador. Pese a rumores y descalificaciones la jornada no revistió mayor contratiempo. Leonel Godoy, el PRD y sus aliados, ganaron de manera contundente sin necesidad de exhibir la operación electoral, alejada de los reflectores. Llama la atención que el proceso sea interpretado como el acuerdo entre el cardenismo y el Ejecutivo federal, como un aterciopelado intercambio de reconocimientos mutuos. Te reconozco Presidente si tú respetas mi feudo. Con esas interpretaciones maltrecha queda la democracia, la vigencia del sufragio efectivo. Cuentan, ufanos, otro descalabro a la cuenta de Andrés Manuel López Obrador con un se los dije.

Con estas tres estampas se reflejan los apuros de la legitimación, ojalá que no se olviden de los resultados, de su cumplimiento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

.. y el tal Patterson dice que es una victoria de Calderón.. porque supone que le ganaron a López.. así los comentaristas también.. saludos..

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