Primero de mayo sin el encuentro del presidente en turno con las corporaciones obreras del PRI. Decisión presidencial que sólo el tiempo dirá si es acertada o no. Lo importante es conocer cual será la nueva interlocución oficial hacia el movimiento obrero y pronto. No se resiste un vacío más. A menos de que se encuentren cauces dentro de la relación obrero patronal que hagan efectivas las aspiraciones de los trabajadores sin recurrir a la intervención gubernamental. Pero esa posibilidad no está inscrita en el modelo de acumulación imperante que busca reducir las regulaciones laborales con tanto ahínco como las prestaciones.
Es un tema que va formando parte del ambiente que rodea los trabajos en marcha para la reforma del estado. Como lo es la reforma al artículo 139 del Código Penal del pasado jueves 26 de abril, que criminaliza la protesta social. ¿Realmente esa reforma al Código Penal contribuye al espíritu de reconciliación que dice albergar la reforma del estado? Parece que no. Tan es así que los senadores que aprobaron los cambios al artículo 139 reconocen su exceso.
Todavía más de ese clima adverso, la furibundez de la jerarquía católica frente a la aprobación de la despenalización del aborto en el Distrito Federal. Son los viejos reflejos de la iglesia católica, de su sector más tradicionalista, pues la iglesia no es monolítica. Ahora condena directo y sin escalas al infierno al gobernante de la ciudad de México. Marcelo Ebrard se rió de ellos. Los emplazó a que le documentaran su excomulgación. Tuvo que venir desde el Vaticano la respuesta: no hay tal excomulgación para el político. Por qué ese contenido, en extremo retardatario, de un sector de la iglesia se empeña en conspirar en contra de México.
Lo hicieron frente a la revolución de independencia en 1810 (mandaron al infierno a los líderes insurgentes) Lo hicieron en contra de los reformadores de la Constitución de 1857 (los mandaron al infierno) Lo hicieron contra las disposiciones de la Constitución de 1917 y se levantaron en armas por la legislación de cultos promulgada en 1926 (excomuniones no faltaron) Lo hicieron en contra de la educación pública, denominada oficialmente socialista en ese entonces, durante el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas, dando origen a la primera generación de mocha orejas que victimaban a los profesores rurales. La iglesia como contrapunto de la historia de México, factor de división incluso dentro de las familias ¿Qué otro destino de país se tuviera si los guardianes de la fe hubieran sido obsecuentes con las grandes luchas del pueblo de México?
Este es el ambiente que rodea los trabajos de la reforma del estado, que hace propicio el ánimo de descalificación de los políticos. Bonita reforma, lástima que la presidan políticos, por eso la llamaremos Ley Beltrones. Desde ahí se asoma la descalificación. No hay confianza en los políticos, ni siquiera alcanzan el beneficio de la duda. Están condenados al infierno por la caterva de empresarios, políticos y opinadores conservadores. Ese es el reto de los políticos, remontar su desprestigio. La reforma del estado es su oportunidad, no sólo de los que son legisladores, también de las autoridades ejecutivas, de los dirigentes de partidos. Su paso ineludible, convencer a la población. Que no los amilane la posible oposición de la jerarquía eclesiástica y de los monopolios.
Es un tema que va formando parte del ambiente que rodea los trabajos en marcha para la reforma del estado. Como lo es la reforma al artículo 139 del Código Penal del pasado jueves 26 de abril, que criminaliza la protesta social. ¿Realmente esa reforma al Código Penal contribuye al espíritu de reconciliación que dice albergar la reforma del estado? Parece que no. Tan es así que los senadores que aprobaron los cambios al artículo 139 reconocen su exceso.
Todavía más de ese clima adverso, la furibundez de la jerarquía católica frente a la aprobación de la despenalización del aborto en el Distrito Federal. Son los viejos reflejos de la iglesia católica, de su sector más tradicionalista, pues la iglesia no es monolítica. Ahora condena directo y sin escalas al infierno al gobernante de la ciudad de México. Marcelo Ebrard se rió de ellos. Los emplazó a que le documentaran su excomulgación. Tuvo que venir desde el Vaticano la respuesta: no hay tal excomulgación para el político. Por qué ese contenido, en extremo retardatario, de un sector de la iglesia se empeña en conspirar en contra de México.
Lo hicieron frente a la revolución de independencia en 1810 (mandaron al infierno a los líderes insurgentes) Lo hicieron en contra de los reformadores de la Constitución de 1857 (los mandaron al infierno) Lo hicieron contra las disposiciones de la Constitución de 1917 y se levantaron en armas por la legislación de cultos promulgada en 1926 (excomuniones no faltaron) Lo hicieron en contra de la educación pública, denominada oficialmente socialista en ese entonces, durante el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas, dando origen a la primera generación de mocha orejas que victimaban a los profesores rurales. La iglesia como contrapunto de la historia de México, factor de división incluso dentro de las familias ¿Qué otro destino de país se tuviera si los guardianes de la fe hubieran sido obsecuentes con las grandes luchas del pueblo de México?
Este es el ambiente que rodea los trabajos de la reforma del estado, que hace propicio el ánimo de descalificación de los políticos. Bonita reforma, lástima que la presidan políticos, por eso la llamaremos Ley Beltrones. Desde ahí se asoma la descalificación. No hay confianza en los políticos, ni siquiera alcanzan el beneficio de la duda. Están condenados al infierno por la caterva de empresarios, políticos y opinadores conservadores. Ese es el reto de los políticos, remontar su desprestigio. La reforma del estado es su oportunidad, no sólo de los que son legisladores, también de las autoridades ejecutivas, de los dirigentes de partidos. Su paso ineludible, convencer a la población. Que no los amilane la posible oposición de la jerarquía eclesiástica y de los monopolios.
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