Pasta de Conchos, a un año de la tragedia de una mina de Sabinas, Coahuila, que explotó en su entraña, dejando sin vida a 65 mineros. Se escribe rápido, pero la tragedia es parte constitutiva de un texto más extenso, el escrito por el capitalismo salvaje en los países con pobreza extrema y grandes desigualdades. La causa de la explosión fue la reducción e inutilización de las prácticas de seguridad industrial para maximizar la rentabilidad de una empresa minera. Ese es el centro del asunto, lo que diga un gobernador o niegue un ex presidente, no puede ir más allá de lo evidente: el abandono.
Si una transformación ha operado en el país esa ha sido la disminución de la tutela activa del Estado sobre los asalariados organizados y sobre los ejidatarios y comuneros. Hoy en día esa tutela ha disminuido, es de papel, si no es que ya desapareció. Pero el desmantelamiento del Estado Tutelar ha sido incompleto, pues hoy la energía del Estado se concentra en tutelar a la empresa privada. Esa es una transformación iniciada mucho antes de que se diera la alternancia, pero que se contempla con toda su crudeza cuando el partido alterno en el gobierno no siente ningún compromiso por fingir esa tutela hacia los factores de la producción no empresariales. Hay un populismo malo y uno bueno.
Declaraciones domingueras del gobernador Humberto Moreira sobre la intromisión de Vicente Fox para desviar el curso de la investigación y exculpar a Industrial Minera México de la explosión. Declaraciones hechas el mismo día en que su partido, el PRI, celebraba comicios internos para elegir una nueva directiva. Elección que no aportó planteamientos novedosos o si se dieron estos fueron opacados por los spot y las estructuras verticales de poder al interior del viejo partido, despreocupado por alcanzar credibilidad, angustiado, como el hijo pródigo, por regresar al regazo presidencial sin el cual no es nada como fuerza nacional. Está por verse si el presidente Calderón adopta al PRI.
La adopción no es del todo descabellada, pues el titular del Ejecutivo está apurado por tener control de su propio partido, el PAN, que de no concretarse se podría apoyar en el PRI para gobernar, instituto que está puesto con Beatriz Paredes a salir de su orfandad en el momento que se lo ordene el Presidente. Se ha perdido el poder, pero no ciertos reflejos. De esta manera se confirmaría la afirmación que se ha hecho en otras entregas: el presidente Calderón presidente priísta.
No hace falta que lo apoye el PRI, los pasos de Felipe Calderón lo han ido conduciendo a repetir el paradigma de la Presidencia en tiempos del PRI. El sistema en espiral recursiva. Por eso no extraña que desde Los Pinos se canalicen esfuerzos y recursos para poner bajo control a la dirección yunquista del PAN. La semana pasada, Bajo Reserva en El Universal, se comentaba la extrañeza de que el jefe de la oficina de la Presidencia no estuviera presente en actos públicos de los que ya se había hecho imprescindible. Pronto encontró solución a esa extrañeza esa columna colectiva y el viernes 16 de febrero consignaba:
“Germán Martínez, el secretario de la Función Pública que tiene un salario más jugoso que el presidente Felipe Calderón (según el portal de internet de la propia secretaría), se perfila como el delfín de Los Pinos para el relevo de Manuel Espino Barrientos, dirigente del PAN. La votación será a mediados de 2007 y los hilos comienzan a moverse para colocar al mayor número de consejeros nacionales. La operación está a cargo de uno de los hombres más poderosos de la casa presidencial, Juan Camilo Mouriño.
“Bajo reserva y con discreción, el jefe de la Oficina de la Presidencia ha estado muy calladito, trabajando en los estados, para convencer a los panistas de que el próximo Consejo Nacional debe quedar integrado en su mayoría por calderonistas. El mensaje es claro: hay que darle apoyo al Presidente desde su partido, porque hasta el momento, no lo ha tenido con Espino”.
Qué tiempos de cambio, qué tiempos aquellos, en los que un secretario de agricultura, Carlos Hank González, escandalizaba a la opinión pública con un modesto fax de promoción partidista. Ha cambiado la capacidad de la memoria histórica, sólo se escucha el canto que encomia las bondades de la utopía empresarial. Del abandono de otras causas, Pasta de Conchos es lastimero recuerdo.
Si una transformación ha operado en el país esa ha sido la disminución de la tutela activa del Estado sobre los asalariados organizados y sobre los ejidatarios y comuneros. Hoy en día esa tutela ha disminuido, es de papel, si no es que ya desapareció. Pero el desmantelamiento del Estado Tutelar ha sido incompleto, pues hoy la energía del Estado se concentra en tutelar a la empresa privada. Esa es una transformación iniciada mucho antes de que se diera la alternancia, pero que se contempla con toda su crudeza cuando el partido alterno en el gobierno no siente ningún compromiso por fingir esa tutela hacia los factores de la producción no empresariales. Hay un populismo malo y uno bueno.
Declaraciones domingueras del gobernador Humberto Moreira sobre la intromisión de Vicente Fox para desviar el curso de la investigación y exculpar a Industrial Minera México de la explosión. Declaraciones hechas el mismo día en que su partido, el PRI, celebraba comicios internos para elegir una nueva directiva. Elección que no aportó planteamientos novedosos o si se dieron estos fueron opacados por los spot y las estructuras verticales de poder al interior del viejo partido, despreocupado por alcanzar credibilidad, angustiado, como el hijo pródigo, por regresar al regazo presidencial sin el cual no es nada como fuerza nacional. Está por verse si el presidente Calderón adopta al PRI.
La adopción no es del todo descabellada, pues el titular del Ejecutivo está apurado por tener control de su propio partido, el PAN, que de no concretarse se podría apoyar en el PRI para gobernar, instituto que está puesto con Beatriz Paredes a salir de su orfandad en el momento que se lo ordene el Presidente. Se ha perdido el poder, pero no ciertos reflejos. De esta manera se confirmaría la afirmación que se ha hecho en otras entregas: el presidente Calderón presidente priísta.
No hace falta que lo apoye el PRI, los pasos de Felipe Calderón lo han ido conduciendo a repetir el paradigma de la Presidencia en tiempos del PRI. El sistema en espiral recursiva. Por eso no extraña que desde Los Pinos se canalicen esfuerzos y recursos para poner bajo control a la dirección yunquista del PAN. La semana pasada, Bajo Reserva en El Universal, se comentaba la extrañeza de que el jefe de la oficina de la Presidencia no estuviera presente en actos públicos de los que ya se había hecho imprescindible. Pronto encontró solución a esa extrañeza esa columna colectiva y el viernes 16 de febrero consignaba:
“Germán Martínez, el secretario de la Función Pública que tiene un salario más jugoso que el presidente Felipe Calderón (según el portal de internet de la propia secretaría), se perfila como el delfín de Los Pinos para el relevo de Manuel Espino Barrientos, dirigente del PAN. La votación será a mediados de 2007 y los hilos comienzan a moverse para colocar al mayor número de consejeros nacionales. La operación está a cargo de uno de los hombres más poderosos de la casa presidencial, Juan Camilo Mouriño.
“Bajo reserva y con discreción, el jefe de la Oficina de la Presidencia ha estado muy calladito, trabajando en los estados, para convencer a los panistas de que el próximo Consejo Nacional debe quedar integrado en su mayoría por calderonistas. El mensaje es claro: hay que darle apoyo al Presidente desde su partido, porque hasta el momento, no lo ha tenido con Espino”.
Qué tiempos de cambio, qué tiempos aquellos, en los que un secretario de agricultura, Carlos Hank González, escandalizaba a la opinión pública con un modesto fax de promoción partidista. Ha cambiado la capacidad de la memoria histórica, sólo se escucha el canto que encomia las bondades de la utopía empresarial. Del abandono de otras causas, Pasta de Conchos es lastimero recuerdo.
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