viernes, 16 de noviembre de 2007

Trepidante semana

No es el escándalo lo que llama la atención, sino el conjunto de definiciones que se arremolinaron en estos días. En una disposición que produce más confusión que entendimiento.

El martes quedó aprobado por la Cámara de Diputados el presupuesto 2008, la asignación de recursos públicos de la federación. Lo notable es la conjunción a la que llegaron los Poderes Ejecutivo y Legislativo, ambas partes cumplieron, algo nunca visto con puntualidad en estos tiempos del gobierno dividido. Corresponderá a los tres niveles de gobierno realizar un ejercicio satisfactorio, de aplicación sin desviaciones, de resultados. El mérito es compartido, pues apenas ayer con Vicente Fox la queja se refería a la falta de acuerdos. Felipe Calderón está haciendo lo que no pudo su antecesor. Desgraciadamente las buenas noticias no son noticia.

En el cabalístico martes 13, José Narro Robles fue nombrado por la Junta de Gobierno nuevo Rector de la UNAM. Son tantas y encontradas las opiniones que se vertieron durante del proceso de auscultación y selección, que queda muy claro que la UNAM sigue siendo la institución de educación superior que mayor atención pública (también política) capta en el país, aunque haya quienes la aprecien como una realidad citadina concerniente a la ciudad de México, la UNAM es una entidad de consulta obligada en la toma de decisiones de la política nacional.

El miércoles se publicó en el Diario Oficial la reforma electoral en materia constitucional recién aprobada. Ha sido una verdadera conmoción para sectores o grupos que se sienten afectados, como otros temas de interés público, no bajan a la ciudadanía con la misma intensidad. Los que no están de acuerdo coinciden en descalificarla como la Ley Manlio o de la partidocracia, pero no pueden negar que el nuevo ordenamiento es el resultado de que el anterior se agotó, encareció el diálogo entre las fuerzas política y dividió a la sociedad. De los legisladores depende que los relevos escalonados en el Consejo del IFE se cumplan o sean materia para el desencuentro o encontronazo, pues estarán expuestos a ser atacados desde muchos frentes.

Todavía falta para que los proceso electorales reditúen una mejora en la calidad del servicio público y el desarrollo nacional, pero lo que no se puede perder de vista son dos cosas. Una es que hay acuerdos entre el Ejecutivo y el Legislativo, se están dando, de su consistencia serán factor para el futuro del sexenio. La otra cosa se refiere a una realidad que incide en la disputa electoral al margen de la ley. La operación electoral, el control político que se impone al control administrativo de la autoridad electoral. Es un hecho que las nuevas reglas serán evaluadas en su capacidad de nulificar la operación electoral fuera de la ley, esa será su prueba de fuego. Ya se vio el domingo pasado, durante elecciones locales en Michoacán, Puebla, Tamaulipas y Tlaxcala, donde los gobernadores y su operación fue decisiva para la mayoría de los resultados.

Si la memoria no falla, hace más o menos treinta años, José Luis Reyna ubicaba los tramos del control político en la tríada Presidencia, partido oficial y organizaciones corporativas afines o sectores, entre otros elementos. Hoy en día, el control político se disgrega en la pluralidad partidista, entre la Presidencia y el protagonismo de los gobernadores, grandes empresarios, medios de comunicación. De las organizaciones influyentes hoy se aprecian al SNTE, al CCE y la Iglesia Católica. La Presidencia de la República ha ido cediendo tramos del control político pero eso nos es democratización sino una distribución selectiva de influencias. El mapa del control político se ha modificado pero no en beneficio del desarrollo nacional, sino en el esquema de un escandaloso reparto de botín. Por eso hace falta que desde los Poderes formalmente instituidos se defina un eje que articule, integre o vincule los diversos campos de su influencia, ese eje sería una visión del desarrollo desde la perspectiva de las obligaciones del Estado que son de todos.

Cómo pensar lo que el estudioso mencionado intituló Control Político, Estabilidad y Desarrollo en México, en estos días en los que no falta pretexto para el destazamiento de la actividad pública, donde se confina a la autoridad a la emergencia policíaca contra la delincuencia organizada o del desastre ambiental de Tabasco. Emergencia ineludible pero mitigable si la prevención y la planeación fuera práctica con alta efectividad. No es casual que el Ejército haya sido la institución mejor preparada para enfrentar las emergencias.

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